Archivo de la categoría: Rincón literario

Nada más

Caminando entre tinieblas, nada más. Caminando entre espinas, nada más. Caminando entre fantasmas, nada más. Caminando entre recuerdos, nada más.
Caminando entre algodones, nada más. Caminando entre azucenas, nada más. Caminando entre luces y alegrías, nada más. Nada más.
Nada más mirarte, me estremecí. Nada más besarte, reviví. Nada más marcharte, me perdí. Y te perdí.

Pero vacío

Cerrar los ojos y no ver nada. El vacío. El abismo. Ahora lo entiendo. Ahora te entiendo.
No ver salidas. Sólo entradas a un mundo monótono y gris. Y sonreír, porque a la vida hay que sonreírle pase lo que pase.

Y optimismo, y avanzar pensando en mejorar. Siempre en mejorar. Pero vacío.
Las luces de un bar me anestesian y me llevan a otra dimensión. Y vuelvo a tener sueños. Y te vuelvo a ver. Pero el reloj marca las cuatro y no hay nada más. Sólo la realidad. Y vacío.

Aplastando la araña del conformismo y la resignación. No quiero. Me pregunto dónde están mis sueños. Pero la sociedad aplasta a la vez mi araña de la ilusión. Me dice que la vida es así, que no debería quejarme, que estoy muy bien, que ya quisieran muchas personas vivir como yo, que soy una privilegiada. Sí. Sí. Pero yo me pregunto: ¿eso es la vida?

Y, una vez más, un inmenso vacío.

Luna llena

Luna llena, que iluminas esta noche tan azul. Luna llena, que inyectas luz en mis venas y me ayudas a sonreír. Luna, que te conectas conmigo y me llevas a conocer los pueblos más ancestrales. Luna, que repites cada noche la tonada del amor y la soledad, la melancolía y la agonía. Luna, que sólo te cantamos cuando estás completa, que ignoramos tus demás caras, malditos farsantes.

Que te acurrucas conmigo en mi cama y velas mis sueños. Que en las noches oscuras iluminas mi camino. Que coses mi pasado roto con el hilo del presente. Que preparas mi futuro frotándote las manos, deliciosa. Que caminas por el firmamento ignorando a las estrellas, imponiéndote toda en la oscuridad del universo, en la soledad de la inmensidad.

Luna, que me lo traes en recuerdo cada noche. Que no me dejas olvidar. Que dulcificas mis recuerdos sin permitirme olvidar. Y me arropa en sueños, y veo su mirada una vez más. Y no está. Como tú, Luna, que cada mes te vas consumiendo poco a poco para volver a renacer treinta días después. Así es él. Desaparece y se desvanece en mis recuerdos. No recuerdo su mirada ni su voz. Y de repente tú me lo colocas delante y vuelvo a sentir todo aquello como si no hubiera pasado el tiempo, como si no existiera.

Luna, maldita Luna, que me haces escribir con sangre mis pensamientos. Que te revuelves en mi cabeza y no me dejas dormir. Sin embargo, no cambiaría por nada verte a mi lado cada noche, sonriendo traviesa. Y tráemelo muchas veces más. Todas las que quieras. Las que quieras. Siempre. Jamás.

Esto no es real

En la oscuridad de la noche, cuando la luna me arropa entre las sábanas, atisbo tu mirada una vez más, y en medio de mi tristeza me consigues animar.
Y sonrío, y me despojo de mis penas por un segundo, y no deseo otros labios, ni otros ojos, ni otro amor.

Pero es un sueño, no más, escondida en mi rincón, tu mirada se me va, desaparece una vez más. Y me pierdo, y me echo a llorar, y no quiero salir, sólo ansío esperar, agarrarme al colchón y no salir de la cama hasta despertar de esta absurda realidad, hasta que aparezcas de verdad…

Que viajemos a nuestro mundo, que descubramos que esto no es real, que las desgracias no están, que yo no besé otros labios un par de días atrás, que tu alma y la mía nunca dejaron de conectar. Que no hay nada más que esperar, que el día acaba de llegar, el sol no deja de brillar, y entre susurros de amor de nuevo me prometes que nunca me dejarás.

Y esta es la realidad, en mis sueños permanecerás hasta el día en que me tenga que marchar, porque tus palabras nunca nos lograron separar, y tus besos no me dejaron de enamorar.

Sueños

Y te regañas, y te insistes en que esto no es para ti, en que debes resistir. Pero pesa sobre ti como una losa y te va quitando cada vez más fuerzas. «No es esto lo que yo quería, no es esto a lo que yo aspiraba, yo tenía unos sueños…», te repites una y otra vez.

Y aquí estás, perdida donde la energía te debilita, donde poco a poco te resignas a un destino que no tiene por qué ser el tuyo. Y te resignas. Y piensas en los sueños que tenías, y te dan pereza. Esa es la palabra: pereza. Y te da pena. Y te quieres levantar y seguir luchando. Y no puedes. Y la vida pasa frente a tus ojos sin saludarte. Y tu energía se va, y no sabes qué hacer. Y te pierdes un sábado más en el rincón de algún bar para olvidar lo que una vez soñaste con lograr.

Si pudiera

Si pudiera mirar al cielo y no verlo negro. Si pudiera caminar por la hierba sin pincharme. Si pudiera correr, correr, llegar muy lejos, a ningún sitio, adonde nadie me pueda encontrar, al abismo más profundo, junto al mar. Si pudiera amarte sin más.

Si pudiera volver al pasado y no dejarlo pasar. Si pudiera atarme a ti tan fuerte que no nos pudieran separar. Si pudiera encontrarte hoy, como ayer, bajo la luz de la luna, sonriendo, buscando mis abrazos, sin más.

Si pudiera sonreír una vez más, si pudiera arreglar el mundo sin piedad. Si pudiera buscar en tus ojos la respuesta a la verdad, descuartizar las mentiras y repartir sus pedazos por el mar. Si pudiera tan solo amarte una noche más…

No encontraría respuestas más allá de la esquina. No podría volver atrás aunque quisiera. No se puede cambiar el tiempo, ni el pasado ni el presente ya. El futuro está por llegar. Y aun así me desespera no poderlo modelar. Me desencaja el corazón no saber qué vendrá. Si seguirás conmigo, aunque sea en la distancia, atormentándome cada noche al recordar. Me gustaría saber qué pasará. Me gustaría saberlo, sí. Y me gustaría saber, además, si llegará el día –Dios no lo quiera– en que te arrepentirás.

Libertad

Libertad, que caminas entre rosas abarrotadas de espinas. Que te persiguen como a criminal y te despojan de tu espíritu.
Libertad, que entre palabras de odio te levantas y nos traes la tranquilidad de la razón.
Que a pesar de los golpes, las humillaciones y las torturas, continúas viva incluso en quienes han muerto, aquellos cuyos cuerpos aún yacen perdidos en alguna tierra fría que los psicópatas no quieren remover.

Libertad, que a veces tienes miedo, y te escondes. Es normal, hay tanto dolor, tanto odio, tanta sinrazón.
Pero tranquila, que en esos momentos de desesperanza resurgiremos como nuevas raíces regadas por una lluvia pura, acariciadas por un aire nuevo.

Porque tú, Libertad, como la dignidad, como el amor, no puedes morir. Y ya sea en mí, en él, en ella, en nosotros o ellas, volverás siempre a la vida. Porque no puedes morir, porque eres inmortal, porque ninguna bala puede cruzar tu cuerpo etéreo. Porque estás siempre en el lado de los oprimidos, de las violadas, de los conquistados, de las sometidas, de quienes no tienen voz, pero sí palabra, de quienes se mueven aun sin piernas, de quienes te buscan sin cesar y te encuentran en el pétalo de una flor o en el canto de un pájaro.

Porque estás secuestrada y nosotros te liberaremos. Porque estás viva y nosotras no nos rendiremos.

Camina lejos

El orgullo por bandera,
caminaré hasta el final,
sin importar las cadenas,
nada por perder hay ya.

Luces de bohemia atacan,
ya soy sólo un esperpento,
deambulo por mi nivola,
no me importa el argumento.

Salgo por la calle a ciegas,
caminando por el centro,
sola, perdida y atada,
quiero que me lleve el viento.

Y ahora aquí, como si nada,
estoy sin saber estar,
mi cabeza vuela lejos,
buscando mi otro lugar.

Lo encontré hace ya tiempo,
cuando todo aún iba bien,
el refugio de mi vida,
donde vuelvo a florecer.

«Camina lejos», me dije,
alejé de mí tu ser,
y mi corazón, ya roto,
no quiere volverte a ver.

Tu puñal

Dime cuántas veces has llorado
en una noche cerrada,
cuántas veces recorriste
la luna con tu mirada.
Cuántas veces me amaste
a la luz de la alborada,
y creí que era cierto,
pero estaba engañada.

Cuánto amor pudo salir
de mi alma ilusionada,
cuántos besos despedidos
en busca de tu mirada.
Pero diste puñalada,
trapera, en toda la espalda,
me engañaste, me mentiste,
y ahora me duele el alma.

Pude escapar de ti veces,
pude dejarte y marcharme,
pero no quise, te amaba,
pedías que me quedara.
¿Cómo has podido, maldito?
¿Cómo pudiste, canalla?
Traicionaste mi amor todo,
peor aún, mi confianza.

Nada podrá ser ya nunca
lo que creí que existía,
no es amor lo que me importa,
sino la amistad perdida.
No es un desengaño más,
¡ojalá así lo fuera!
Aunque me has roto por dentro,
resolviste al fin mis dudas.

Has roto lo que quedaba,
pequeño lazo que aún nos unía,
más allá del amor, más allá de la locura,
más allá de toda la vida perdida en la espesura.
Quedaba mi vida entera
recogida en un instante,
en un oasis de fuego,
recóndito y muy distante.

Quedaba un trozo de cielo,
de recuerdos y ternura,
y lo has destrozado todo,
implantaste la amargura,
al mentirme y demostrar
que nada te importó nunca,
que me has engañado siempre,
que todo lo que dijiste
era mentira, así siempre
fue. Siempre lo fue.

Me siento estúpida, perdida,
humillada, destruida,
me duele el corazón
de haberte querido tanto.
Y no solo eso, Dios sabe
lo que en verdad me importabas,
lo que me importabas tú,
tus abrazos, tu confianza,
tu cariño, tu amistad, más allá de todo amor.

Me perdí, me perdí,
necesitaré encontrarme,
tendrá que pasar un tiempo
hasta que pueda olvidarte.
Olvidar tus desplantes,
tu humillación,
tu pasotismo,
tu puñal,
tu traición.

PD: Un poema del 15/07/13

Un año ya

Algunas noches todavía escucho tu voz entre sueños, susurrándome al oído que nunca me soltarás; despierto entre sobresaltos y me vuelvo a derrumbar, me abrazo al otro lado de la cama y me vuelvo a lamentar. Río esperando tormentas, que nunca me dejarán, me abandona la locura, a ratos y en espiral. Juro buscar un camino que me ayude a continuar, pero me pierdo en la curva de tu sonrisa, que no puedo dejar de imaginar.

Un año ya, parece que sin más, pero sigo igual de enamorada que tiempo atrás. Nada sé de ti, nada he de saber, nada entre nosotros queda ya por ver. Dime cómo estás, cómo despertaste ayer, si aún piensas en mí, aunque sea un poco cada atardecer. Yo sí, ¿sabes? Te abandoné, tu recuerdo se borró y lo conseguí vencer. Pero a ratos, siempre a oscuras, como ayer, se me aparece la luna y me pregunta qué haré. Si continuaré corriendo y huyendo, si seguiré sin quererte ver. Y mi respuesta es que sí, que corriendo seguiré, no quiero saber nada, no quiero volverte a ver. Quiero respirar tu aire, quiero compartir tus sueños, quiero perderme desnuda en el resurgir de tu cuerpo. Pero no debo, ni tú, debemos escondernos, y me niego a seguir sufriendo, no quiero, me niego, ya está.

Piérdete en tus deseos, no cuentes conmigo más, y no permitas que vuelva y te pida regresar. Sé que haces lo que puedes y me abandonaste ya, y no quieres ver mi cara en el rincón de algún bar. Pero no sé si es verdad, si te pasa lo que a mí, si todo eso es mentira y por dejar de sufrir. Yo no quiero verte más, pero en lo más hondo de mí no deseo otra cosa, quiero abrazarte y besarte, y no dejar que te escondas. Pero, ¿sabes?, ya me conformo con poco, tan solo quiero estar, sentir cerca tu presencia, aun sin poder mirarnos, sin poder cruzar miradas, sin enlazar nuestros labios, ocultos entre la gente. No me importa, de verdad, ya nada me importa. Hace tiempo que acepté que te querría por siempre, y a cada año que pasa no hago más que confirmarlo. Cierto es que algún día querré a más personas con todo mi corazón, pero tú estarás clavado en el fondo, como aquella espina que no logré arrancar, como aquella flor marchita que no deja de sangrar, como aquella locura de juventud que sin dudar un segundo volvería a retomar.

PD: Un texto del 24/06/13