Luna llena

Luna llena, que iluminas esta noche tan azul. Luna llena, que inyectas luz en mis venas y me ayudas a sonreír. Luna, que te conectas conmigo y me llevas a conocer los pueblos más ancestrales. Luna, que repites cada noche la tonada del amor y la soledad, la melancolía y la agonía. Luna, que sólo te cantamos cuando estás completa, que ignoramos tus demás caras, malditos farsantes.

Que te acurrucas conmigo en mi cama y velas mis sueños. Que en las noches oscuras iluminas mi camino. Que coses mi pasado roto con el hilo del presente. Que preparas mi futuro frotándote las manos, deliciosa. Que caminas por el firmamento ignorando a las estrellas, imponiéndote toda en la oscuridad del universo, en la soledad de la inmensidad.

Luna, que me lo traes en recuerdo cada noche. Que no me dejas olvidar. Que dulcificas mis recuerdos sin permitirme olvidar. Y me arropa en sueños, y veo su mirada una vez más. Y no está. Como tú, Luna, que cada mes te vas consumiendo poco a poco para volver a renacer treinta días después. Así es él. Desaparece y se desvanece en mis recuerdos. No recuerdo su mirada ni su voz. Y de repente tú me lo colocas delante y vuelvo a sentir todo aquello como si no hubiera pasado el tiempo, como si no existiera.

Luna, maldita Luna, que me haces escribir con sangre mis pensamientos. Que te revuelves en mi cabeza y no me dejas dormir. Sin embargo, no cambiaría por nada verte a mi lado cada noche, sonriendo traviesa. Y tráemelo muchas veces más. Todas las que quieras. Las que quieras. Siempre. Jamás.