Archivo de la categoría: Rincón literario

Por tu juego

Lo tiré. Lo tiré todo por la borda. Me creí lo que no era, me lancé a ello y perdí. Como siempre. Aunque tu ignorancia me mantiene en ascuas. Luego no resulta ser tan importante como yo pienso. Luego no hay consecuencias. Pero ahora sí.

Otra vez esa sensación. Esa horrible sensación. Tengo miedo. Pero los golpes cuando son de repente duelen menos. Y tú dejas que esta incertidumbre me absorba. Dejas que mi imaginación vuele e imagine el castigo al que me sometes -y me someto- por este delito. Por mi delito. Y será más duro ahora, pues ya soy reincidente, y siempre en el mismo delito: quererte.
Creo que la mejor solución sería no castigarme y ofrecerme un tratamiento para mi reinserción en una sociedad en la que no existas, o en la que yo sea capaz de ignorarte.

¡Cuánto daño me he hecho por una niñería! Por un capricho, por un reto que acepté para sacar otro clavo que no significó ni la mitad que tú. ¡Lo que daría por volver atrás y elegir bien!
Acepté el juego que me proponías, de comentarios bonitos lanzados mutuamente. Era sólo un juego. Pero de un momento a otro pasó a ser realidad. Por lo menos para mí. Pero, ¿cuál fue ese momento? Lo borraría. Claro que lo borraría.
Cuánto daño me hice jugando a tu juego… ¡cuánto!

PD: Un texto del 28/11/11

Tu tristeza

Tus ojos deseaban mis labios. Los míos, tus abrazos. Pero no pasó nada. Tus manos tocaban mi pelo. Las mías, tu barba. Pero no pasó nada.
No tenía yo esperanzas de pasar por todo lo que pasé. Pero aun así faltó algo para que la perfección pudiera ser.

Te noté distante, lejano. Me rehuías. Pero me mirabas. Y cada vez que lo hacías, mis ojos buscaban refugio en cualquier otro lugar. Me dabas miedo. Porque es tan transparente tu mirada… Veo tu alma, y no quiero. Y tú me rehuías porque también me temías.

Te noté distante. Faltaba la química entre nosotros. Y eso me dolió. Nosotros, que siempre nos compenetramos tan bien. Nosotros, que con tan solo una mirada entendemos lo que debemos hacer. Fue lo que pasó ayer: yo veía en tu mirada lo mismo que la otra vez. Pero también había pena. Mucha pena. Estabas triste. Y, por ello, yo contigo. Algo decía en tus ojos que no debía pasar. Y no debió pasar.

Y cada vez que pienso que me queda todo un año para volver a tener la ocasión de coincidir, se me desgarra el corazón y se me queda en un puño, sin apenas aire para respirar. Y otra vez veo aquel horizonte en que te alejas para quién sabe si luego regresar.

Pese a todo he de decir que fue una noche increíble. Lo pasé como hace mucho tiempo y, las veces que no te miraba (que eran pocas, y me transmitías tu tristeza), era feliz. El ambiente fue perfecto. Todo era perfecto. Y al menos te vi. Esa era mi esperanza antes de venir. Ese, al menos, era mi fin.

Hacia el cambio

Empezó sigiloso, cuando nadie lo esperaba. Unos gritaban, escondidos en los bares. Otros se quejaban sin quejarse, y cuando llegaba el día, acudían a las urnas y volvía a suceder siempre lo mismo. Una y otra vez.

Pero lo recuerdo, lo recuerdo con cariño. Y me convence la idea de que nadie lo va a olvidar.
Era una jornada más, de un 15 de mayo especial. Por la tarde, una concentración más. Pero entonces sucedió. Para creyentes y ateos, el milagro se logró. Imágenes de esperanza llenaron todas las plazas. Miles y miles de gentes salieron a protestar, por un mundo que no es justo, un mundo con corrupción y delitos de guante blanco, que se aplauden sin dilación. Donde el dinero es el amo de las mentes más enfermas. Un mundo que hay que cambiar, si es que queremos sanar, de esta larga enfermedad que nos fueron metiendo en vena desde que vimos por primera vez el sol.

Y el Sol nos ayudó a caminar adelante, y pensaban que era el final. Pero se equivocaban, eso no iba a ser así. Millones de personas volvieron el 15-O a las calles de todo el mundo, y lo seguirán haciendo mientras haya una sola injusticia más. Millones de voces en una sola voz, que reclama libertad y dignidad. Indignados los llaman. Sí. Indignados, porque les robaron la dignidad. Se despertó el planeta, despertaron las conciencias; el dinero dejó paso a la solidaridad, la violencia al pacifismo.
¿Y qué pasa con los de arriba? ¿Qué dicen ellos? ¿Ellos? Ellos lo llaman terrorismo.

Confusión

La inspiración viene de noche,
como la oscuridad, como el insomnio,
como los problemas, como las verdades.
Como tú, como tu recuerdo,
que cada noche me atormenta,
no me deja descansar,
y mi cerebro, cansado,
suplicando libertad.

Muchos años he pasado
oculta en la soledad
y tu silencio entendido,
que ya no volverá.
Y cada noche se acerca
fugaz, peligroso, el día
en que tus recuerdos, en una hoguera
ardan hasta ser cenizas.

Lo dije en una ocasión,
otras tantas lo repetiré,
pero en verdad pasa el tiempo
y con tu sueño me iré
de nuevo, y no despertaré,
pese a que mi vida quiera
hacerme sonreír y ver
que hay mucho mundo detrás
de mi casa y mi pared.
Pero me quedo aquí, sola,
esperando, solamente,
verte aparecer.

Ya me cansé

Entre nubes otoñales sin voz y sin luz aparezco reforzada, por un tiempo duradero y curandero. Ya pasó largo tiempo. Y siempre la misma historia. Y me canso. Me canso de verte y de no verte. De pensar que ya no hay nada y que de repente aparezcas. Me canso. Me cansa.

Me cansa tu voz, que una vez añoré. Me cansan tus palabras, que en tantos versos admiré. Me cansan tu situación y los años. Tanto tiempo con una misma historia, una historia sin fin que parece nunca se zanjará.

¡Pero tantas otras veces dije que me cansé! Y tantas otras volví a tropezar. Y volvería a tropezar. Pero, ¿por qué? Si tus besos ya no causan en mí efectos pasados, ¿por qué insisto? ¿Y tú? ¿Por qué insistes tú? Tal vez porque yo lo hago. Me niego a abandonar un pasado que ya debería ser historia.

Y me vuelvo a perder entre aquellos recuerdos que borraría con placer. Ojalá hubiera una forma… Ojalá pudiera eliminarte de mi cabeza.
No es un texto de desengaño este que escribo. Es simplemente desahogo. Y rabia. Mucha rabia. Porque a pesar de todo el tiempo que ha transcurrido sigo cayendo en tus brazos sin poder salvarme. Y lo que más deseo es que tú encuentres otros brazos y otros labios que me permitan cerrar el círculo y saltar a la siguiente línea. Una línea recta que nadie sabe qué me deparará, pero que cerrará mis heridas, todavía sangrantes. Tu alcohol y tu algodón ya no me curan. Ya no. Solo escuece. Escuece aún más. Y ya me he cansado. Ya me cansé.

Pese a todo

Y aun así, pese a todas las batallas que vencí,
olvidando tus recuerdos, manteniéndolos ocultos
de la mano de esta vida, que me roza arrancando
mi piel a tiras, y rascando
en mi corazón, quitando asperezas pero
a su vez dejándome el corazón en carne viva.
Y sentí una vez más que te perdía,
y volví a llorar imaginando tus brazos,
y volví a caer en el recuerdo perdido
de otros años, de otro tiempo,
aquellos recuerdos, hoy dañinos,
que me oscurecen el alma y me hacen
un poco más desgraciada.

Pese a todo, pese a las noches en vela
que pasé recordando tus besos,
y derramando océanos de lágrimas
pensando que no volverías,
que eran recuerdos abstractos
que quedaron en el pasado,
que no pueden regresar.
Y como alguien dijo una vez:
el pasado no se puede cambiar.
¿Para qué llorar por él y lamentar lo que sucedió
(y lo que no sucedió)?
¿Cómo encontrar un camino que se aleja
cada vez más de mi vista? No lo veo, se perdió,
y ya no sé llegar. No sé llegar.

Y las miradas que dejaste en mi cabeza,
¿por qué no las puedo desterrar?
Tal vez porque me excedí dándote amor,
no merecías tanta dicha, ni yo tanta desdicha.

Tal vez todo esto que me sucede
tenga que pasar para que quede
por fin todo en el pasado, y no regrese,
y no vuelva a despertarme por las noches
ni a desvelarme imaginando horrores.
Cuánto te amé, ese fue mi delito,
fue el mayor de mis errores.
Cuánto te quise, le dije a la luna una noche,
y ella calló, y yo nunca imaginé tanto derroche
de horror, de calor, de pecado y de lujuria.
Nunca pudo salir bien, y no salió, por eso no me escuchas.
Yo te quise como no debí, y ese fue mi delito,
y mi castigo es seguir recordando tus besos y tu cariño,
y perderme por los mares de un destino
que no me da la oportunidad de seguir mi propio camino.

PD: Un poema del 04/05/11

Esta vez sí

Tanto tiempo a mis espaldas, tantos minutos pasados, tantos besos difuminados y borrados de mi mente… Y tantas cosas han pasado desde aquel último encuentro que terminó en tragedia.
Y, sin embargo, volví a colgarme de tus abrazos, volví a agarrarme a tus besos. Esta vez parecían tan sinceros. «No te soltaré nunca», has dicho. Y en tus ojos se veía amor. Además lo dijiste. Y me abrazaste muy fuerte, y suspirabas. Y nuestra charla fue tan poco común. Me sentí tan extraña -pero tan bien- hablando contigo de aquello que nunca hablábamos.

Y dijiste que vendrías a verme. No, no dijiste; insististe en ello. Yo te dije que daba igual. Después de esta vez todo da igual. Ha sido tan especial, la más especial de todas las veces que estuve contigo. ¿Por qué? Porque he salido de dudas. Por fin actuaste sin reprimirte. Me abrazaste, me besaste y me tuviste, sí, pero con todo el amor del mundo navegando entre los dos. Eso se nota, y ahora lo sé. Por eso lo demás no me importa. No me importa cuándo volveré a verte, no me importa que vengas o no a verme, no me importa que no pueda ser, no me importa nada. Porque ahora sé lo que sientes. Tú lo has dicho, tú lo has dejado ver sin tapujos con tus caricias, con tus besos. Lo demás son tonterías. Y ya está. Y que digan lo que quieran. Me da igual.

La eternidad de lo efímero

Un rincón oscuro en la mañana, un rayo de sol que aparece entre barrotes, una sonrisa que busca ser respondida, un beso que se perdió en el tiempo, y cuya huella la borró lo efímero. Murió la eternidad, lo sempiterno, lo que nunca moriría, pero murió. Apareció el límite, lo que termina… y durará para siempre.
No supimos encontrar el camino de la eternidad, nos perdimos entre los matojos del pasado. Pero el pasado no volverá, el presente no existe y el futuro nunca llegará. ¿Dónde vivimos entonces? Una confusión constante entre los tres tiempos. ¿O es que tal vez no existimos? ¡Qué más da! Si mientras yo me afinco en el pasado, el presente pasa de largo a mi lado y el futuro no sabe el camino para llegar.

No nos perdimos nada al renunciar a nosotros, pero tampoco encontramos nada nuevo al decidir quedarnos. Lo pasado, pasado está, dicen. Sí. Pero ¿qué sucede cuando el pasado se disfraza de presente y no deja llegar al futuro? Vivimos del pasado y nada más. Todo lo que él ha dejado continúa. Lo efímero que resulta se vuelve eterno y nos deja una cicatriz imborrable que recordaremos algún día. Lo nuestro también pasó, sí. Pero siempre aparece alguna excusa para transformarlo en presente y creer una vez más que todo esto sigue siendo cierto, que no fue un sueño, que tú existes, y lo nuestro también. Y siempre consigo arrancarle al pasado los besos que me diste e incrustárselos al presente. Y espero poder conseguir que vuelvas algún día, que recuerdes nuestro pasado y aparezcas por sorpresa aquí, donde vivo ansiosa de tu encuentro, como tú decías.

Ya no ríe

No recuerdo vientos,
terremotos ni volcanes,
que pudieran ahora mismo
en tristeza superarme.

Mi corazón ya no late,
sólo golpea paredes,
y se arrastra por los suelos
cuando recuerdos le invaden.

Hace tiempo se perdió
en caminos del amor,
y aunque éste ya no le quiere,
ya no encuentra solución.

Un diablo arruinó su vida,
le envenenó con su olor,
se rió hasta que no pudo,
y se fue, y no volvió.

Mi corazón ya no ríe
desde aquella declaración,
comentarios sin sentido
que hieren sin intención.

No supe reaccionar con perdón,
me dolió y me fraccionó:
por un lado te llamaría,
por otro te mataría.

Así que, sin obedecer a las dos,
mi razón es imparcial:
ni te llamo ni te mato,
te ignoro y ya está, sin más.

Tampoco es novedad, mi vida,
tú me ignoras a menudo,
sólo deseo pagarte
con tu misma medicina.

Pero me duele, no creas
que tan fácilmente olvido,
me dolió y sigue doliendo,
y dolerá siempre, temo.

Y es que no entiendo porqué,
si tu vida en parte diste,
si la mía yo te di…
con todo lo que te quise.

[Tú sabías como nadie
que te amé sin condición,
con pasión y con calor,
y te di mi corazón.]

Sangre

Sangre que inunda las montañas, tiñéndolas de un rojo asesino, de un rojo guerra, de un rojo injusticia. Siempre los débiles, siempre los que buscan la libertad, siempre mueren. Pero es debilidad física, por eso mueren. Si las palabras pudieran ganar una guerra, morirían los débiles de mente, ellos. Pero las armas son físicas, y matan… sólo físicamente.

Yo os recuerdo. Yo y tantos otros. Y os vengamos. Os estamos vengando. Ya hay guerra. Y la estamos ganando. Porque en palabras, porque en inteligencia, porque en cultura… somos invencibles. Y os vengaremos. Y descansaréis en paz allí donde estéis, brindando con la sangre que derrama la incultura de los verdaderos vencidos.

PD: Un texto del 22/12/09