Cuando la luz desaparece y la vida se retira a descansar. Cuando la noche se cierne sobre el lugar y solo las estrellas son testigos de la oscuridad. Tan solo el tictac del reloj y el ronroneo repentino de un gato interrumpen este silencio tan profundo. Silencio. Y es entonces, cuando mi cerebro busca descansar, cuando las imágenes del día atraviesan mi mente como un carrete fotográfico, rápidas, sin dejarme reflexionar.
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Y no pasa nada
Sentirse así es normal. Lo intuyo. Lo sé. Pero no puedo evitarlo. A pesar de todo, lo sabía. Lo veía venir. Sabía que llegaría. Pero no me importa. Porque no importa. Y no pasa nada. Porque la vida es eso que pasa en medio, entre el momento en que empiezas algo y cuando te das cuenta de que acabará. Pero ese “entre tanto” es lo que importa. Esos momentos en que ni siquiera piensas, en que no razonas, en que nada importa. Al final, eso es lo que prevalece, es lo que recuerdas. El resto son meros trámites para seguir viviendo. Y no pasa nada.
Sin pensar, sin planear
Unas risas y un jijí. Carcajadas y un jajá. Sin pensar, sin planear. Una noche de fiesta y diversión te vi en la barra y me pregunté «¿por qué no?». Me acerqué a ti sin pensar, sin planear. Una cerveza acompañó el ritual aquel, y empezamos a acercarnos y sí, a conocer. Y la noche resultó ser una sorpresa, una locura, un placer. Mi destartalado juicio te había juzgado mal, así que la vida me miró traviesa y me retó a cambiar.
La decepción
¿Podemos volver a ser quien éramos tras un desengaño? ¿Y tras un engaño? ¿Y tras una decepción? Dime, ¿podemos volver a ser quien éramos tras una decepción? Cuando confiaste en alguien, en su sinceridad. Cuando confiaste a ciegas en que cumpliría lo único que te prometió.
¿Por qué no te dejo elegir?
Carta de España a Catalunya
Una vez más, el discurso del odio llegó para quedarse. Ese odio que desgarra el corazón, la razón, la humanidad, todo lo que tenemos en común y no dejan que florezca. De nuevo, el odio arrasa las calles con trozos de tela ondeando al viento y diciendo que yo soy mejor que tú solo porque a mi trozo de tela le falta una franja roja en medio del amarillo. Y la bomba estalla una vez más, y la clase política se remanga la camisa, se muerde el labio y sonríe ante nuestra autodestrucción.
Qué más da
La luz brilla, y qué más da
si las gentes de los pueblos se levantan,
qué más da,
si la luz de tu mirada ni se apaga
ni se ahoga, ni se alarma,
qué más da.
Mientras la luz se ilumina en tus ojos
y se oculta del abismo más oscuro,
qué más da.
Si me ciega con su rayo penetrante
y me embelesa con su alcance,
qué más da.
Un trozo de tela
Millones mueren de hambre en Somalia
y también el pueblo yemení,
la guerra arrasa Siria,
la represión hunde Haití.
La ignorancia vence a Europa
y nos quedamos así,
bostezando sin fin,
mientras un trozo de tela se restriega por el país.
Una bandera raída y descosida,
agria y revenida.
Dicen que somos mejores
por nacer donde nacimos,
y yo no recuerdo el momento
en que firmé el papel divino
en el que accedí a nacer
en este punto bendito.
Si todo tuviera una explicación
Si todo tuviera una explicación, no existirían la duda, la incertidumbre, ni tampoco el amor. No existirían el desasosiego, la angustia ni la pasión. No mantendríamos largas conversaciones sobre la muerte, la nada y el futuro enloquecedor. No divagaríamos en la noche sobre lo que hay más allá de las estrellas, el inicio de todo y un final desgarrador. Conoceríamos todo, no quedaría nada por descubrir, nada en nuestro corazón.
Seguir leyendo Si todo tuviera una explicaciónDejarse llevar
Dejarse llevar. Implorar justicia y poco más. Dejarse llevar por la lectura, la escritura y el poder de la verdad. Por todas esas palabras tan suavemente enlazadas que permiten degustar en el fondo del paladar su sabor dulce y salado, ¡y cuántas veces amargo! Agridulce, edulcorado, como un falso enamorado. Que sube y sube desde lo más hondo de un abismo destrozado.
Inseguridad, pasión, dolor
Regresa aquella vieja inseguridad de no poder avanzar ni tampoco mirar atrás. Esconderse sin más por el miedo a qué vendrá. No saber apostar. No querer apostar. No poder apostar. No ser apostada.