Qué más da

La luz brilla, y qué más da
si las gentes de los pueblos se levantan,
qué más da,
si la luz de tu mirada ni se apaga
ni se ahoga, ni se alarma,
qué más da.

Mientras la luz se ilumina en tus ojos
y se oculta del abismo más oscuro,
qué más da.
Si me ciega con su rayo penetrante
y me embelesa con su alcance,
qué más da.

Cuántas veces en mis noches más oscuras derramé
las lágrimas más amargas, más saladas, derramé.
Y qué más da si me enamoro
y me rompo en pedazos poco después,
si la luz de tu mirada me protege y me enmudece,
y ya nada más en el horizonte vuelve a aparecer.

La oscuridad más oculta me interroga, me hace dudar.
¿Te quiero de verdad, lo finjo
o vuelvo a vacilar?
No lo supe, no sabré, jamás, ni un día más.
En la nube de tus labios me dejé llevar,
me perdí para no regresar.

Pero en mi alma llevo el dolor
enganchado como algo más,
como parte de mi alma, sin engalanar,
como muerte y virtud, sueño y realidad,
como una vida sin amaneceres y con poco más.
Con muy poco más.

Imagen: David Álvarez López