Pornografía y prostitución: dos caras de la misma moneda

Actualmente, un 70 % de varones entre los dieciocho y veinticuatro años consume pornografía. En la adolescencia, la diferencia entre sexos es abismal, un 76 % de chicos frente a un 36 % de chicas.

Tras los crecientes casos de violaciones grupales de menores, por fin la pornografía ocupa titulares y es objeto de debate. No se nos debe escapar que es año electoral y más de un partido utilizará uno u otro mensaje para subir en las encuestas, pero, en cualquier caso, esta palabra ha conseguido salir del tabú y ser pronunciada sin sentir vergüenza o pudor. A pesar de todo, habrá voces que se estarán preguntando a qué viene tanta alarma cuando siempre ha existido la pornografía. Bien, repasemos.

La teórica, investigadora y escritora feminista Rosa Cobo señala que la pornografía como tal se originó en el siglo XVIII y tuvo su edad de oro entre los años 1957 y 1973. Actualmente, un 70 % de varones entre los dieciocho y veinticuatro años consume pornografía. En la adolescencia, la diferencia entre sexos es abismal, un 76 % de chicos frente a un 36 % de chicas. Lo que no hace más que bajar es la edad mínima en que se accede a la pornografía, que ya se encuentra en los ocho años. La principal diferencia entre la «antigua» pornografía y la «nueva», además del incremento de la violencia, es la facilidad de acceso. No hay que olvidar que, en muchas ocasiones, los niños y niñas ni siquiera tienen que buscarla, ya que se topan con ella a través de anuncios o vídeos cortos en redes sociales como TikTok o Instagram.

Destruir la empatía antes de tenerla

Y no existe ningún control. Y cuando decimos ninguno es ninguno en absoluto. Como dice Lluis Ballester, Doctor en Sociología y Filosofía y Profesor de Métodos de Investigación Educativa en la Universitat de les Illes Balears (UIB), nadie vendería a un niño de doce años una entrada para ver una película porno en un cine. Sin embargo, a través de las redes acceden fácilmente a un catálogo de vídeos que se caracterizan cada vez más por una violencia extrema contra las mujeres, en las que el placer de ellas no importa en absoluto. No hay más que ver los títulos. Asfixia, tirones de pelo o atragantamientos son parte natural de la mayoría de ellos. También la negativa de la mujer a participar, que no disuade al hombre u hombres de turno, lanzando el mensaje de que un «no» es el principio de una negociación y que «al final te gustará, ya lo verás». De hecho, los vídeos más vistos de las páginas pornográficas son aquellos en los que aparecen mujeres y niñas llorando y suplicando, además de, por supuesto, violaciones grupales. Cuando salió a la luz la violación de La Manada, su vídeo fue uno de los más buscados. Por no mencionar toda esa oleada masiva de vídeos basados en el incesto y la pederastia.

Todo esto se encuentran niños de ocho años que apenas están aprendiendo a relacionarse con sus iguales cuando ya interiorizan la deshumanización de sus compañeras. Existe un motivo por el que muchos videojuegos y películas no deben ser vistos por menores de doce años, por ejemplo, y es que en esos años críticos se desarrolla una de las cualidades humanas centrales, la empatía. Y precisamente ahí aparece el porno para ayudar a los niños a no ver a sus compañeras como iguales y no hacerlo jamás. Más allá de toda la violencia sexual que interiorizan y que además en muchos casos empiezan a consumir de forma compulsiva, son ya muchos los hombres jóvenes, en su veintena, que acuden a profesionales de la psicología para dos cosas: dejar su adicción al porno y desintoxicarse, porque, en muchos casos, los chicos son incapaces de mantener relaciones sexuales sanas, ya que solo se excitan con violencia. Cuando se dan cuenta, muchas veces buscan ayuda. Pero debemos atajar esto desde mucho antes para evitarlo.

La ficción y el porno alternativo

No, hombre o mujer que me lees y piensas: «Tampoco exageres, es ficción». No lo es. Como dice también el mencionado Lluis Ballester, el porno es la única cinematografía en la que, si se quiere representar violencia, se debe llevar a cabo violencia. Si vemos a una mujer ahogándose, esa mujer, en efecto, está ahogándose. La prueba de que no es una ficción como cualquier otra está en las muchas «actrices» que, tras su paso por la industria, han quedado psicológicamente —y a veces físicamente— dañadas y se han atrevido a levantar la voz y contar su historia de continuas violaciones y el caso omiso hacia sus dolores o incomodidades, entre otras muchas cosas.

Pero, ¿existe un porno feminista? ¿Es posible? El que se llama así no lo es, ya que reproduce los mismos roles que el porno tradicional, pero sin tanta violencia explícita. Existen algunas alternativas, siempre marginales, que han intentando crear vídeos respetuosos basados en el deseo, pero… ¡oh, sorpresa! No tienen ningún éxito. ¿Por qué? Simplemente porque el propio concepto de pornografía está íntimamente ligado al capitalismo, a la prostitución y a la violencia contra las mujeres. Lo que triunfa son los peores vídeos, los más violentos y deshumanizadores.

Las personas expertas ya no tienen dudas: la pornografía es la teoría; la prostitución, la práctica. En muchos casos, los menores intentan llevar a cabo con sus parejas las prácticas que ven. Cuando ellas se niegan, a veces las violentan; otras veces lo aceptan, pero, en su creencia del derecho a tener sexo y acceder al cuerpo de las mujeres, acuden a la prostitución. Así, son muchas las mujeres en situación de prostitución que aseguran tener aún más miedo a los chicos jóvenes, ya que acuden a ellas con prácticas extremadamente violentas, legitimadas además por la compra a través del dinero. Ellas no pueden negarse, las están pagando.

Nuevos conceptos para la prostitución

Sobre la prostitución es importante hacer un último apunte. La forma de acceder a ella está mutando y los proxenetas han encontrado nuevas formas de captar niñas y jóvenes. Lo hacen a través de conceptos como «sugar daddy», que no es otra cosa que un señor mayor que paga a una joven para que le haga «compañía». A las chicas se lo venden como un señor que consiente todo, hace regalos y la trata como una reina. Los anuncios dan terror porque no hacen otra cosa que blanquear la prostitución y también la pederastia. Sin duda, esos hombres deberían ser perseguidos y llevados a juicio. A ellas tenemos que hacerles entender que deben saltarles todas las alarmas siempre que un hombre las quiera pagar solo «por estar con ellas», independientemente de que haya sexo o no, ya que es una puerta de entrada clara a la prostitución, pues, de primeras, ellas ya normalizan que les paguen por su cuerpo.

Por supuesto, otra forma en la que la industria de la explotación de las mujeres se reinventa es a través de plataformas como Onlyfans, donde ocurre lo mismo: la chica considera que es aceptable obtener dinero por mostrar su cuerpo y poco a poco normaliza las nuevas peticiones que va recibiendo. Fijémonos si es tal la impunidad que tienen estas plataformas que sus anuncios en redes sociales como TikTok o Instagram son tremendamente descarados.

¿Qué podemos hacer?

Es la pregunta más habitual. Lo más importante es lo que está ocurriendo. A pesar de los intentos de blanqueamiento —que se volverán cada vez más intensos y virulentos—, sacar el tema a la luz y hablar públicamente de ello es un primer paso para conseguir concienciar a la sociedad y poder tomar medidas colectivas. En segundo lugar, la educación afectivo-sexual a menores es imprescindible en todas las etapas educativas, con el fin de que niños y niñas aprendan a relacionarse con sus iguales poniendo el respeto y la empatía en el centro de toda relación humana.

Por último, aunque no menos importante, la persecución legal de los promotores de las plataformas y los anuncios en redes sociales. Es necesario actualizar el Código Penal para añadir estos delitos a través de la red, pero, aun así, muchos de los delitos que ya están cometiendo son perfectamente perseguibles y punibles. Y muchas redes tienen también su sede en la propia Unión Europea. Por supuesto, no es sencillo, pero algo debe hacerse dada su impunidad. Mientras tanto, también se ha hablado de la obligatoriedad a los fabricantes de dispositivos electrónicos de activar por defecto el control parental. Todas estas son medidas que por sí solas no solucionan nada, pero llevadas a cabo de forma colectiva en un plan integral de lucha contra la pornografía resultan interesantes.

Artículo original en Nueva Revolución el 04/05/2023.