La subrogación de los derechos humanos

Hablan de «vientres de alquiler» como si realmente fuera posible alquilar, ya no una persona, sino un órgano en concreto.

«Gestación por sustitución», «encargar la gestación», «maternidad por sustitución». El lenguaje juega un papel fundamental en nuestras concepciones. Por eso, es imprescindible analizar cuidadosamente todas las palabras del discurso político, que nunca son casuales. En el caso de la mal llamada gestación subrogada llama la atención cómo se empieza a manipular el lenguaje para que ni siquiera nos demos cuenta de lo que realmente se está diciendo. La neolengua de la que hablaba Orwell, sin duda. Hablan de «vientres de alquiler» como si realmente fuera posible alquilar, ya no una persona, sino un órgano en concreto. Todo el mundo se había puesto de acuerdo en que comprar seres humanos está mal, la esclavitud está mal, pero parece ser que nadie habló de alquilar y alguien vio ahí un buen filón: «Ahora está de moda alquilar, que las hipotecas están caras y si compras luego tienes que mantener y eso cuesta mucho».

Es increíble tener que decir esto, pero es imposible alquilar a una persona porque no es un coche, no es una vivienda. Como mucho, se paga a esa persona para que haga lo que uno quiere, concretamente violando sus derechos humanos, en este caso, el derecho a la salud sexual y reproductiva, entre otros. Por supuesto, también se violan de facto los derechos del bebé —como el derecho a conocer el origen—, algo que el Tribunal Supremo criticó duramente en 2022, añadiendo la gravedad de la «cosificación» del menor. Pero estas personas, empresas y lobbies en general no quieren aceptar que un ser humano nace con sus derechos inalienables y que estos no pueden ser comprados, vendidos ni, por supuesto, alquilados.

Derechos humanos individualistas

Todo el mundo parece haber olvidado que en 2018 un partido tan conservador y neoliberal como Ciudadanos presentó su propuesta para legalizar esta práctica. Entonces, Carmen Magdaleno escribió en su magnífico artículo Patriarcado por subrogación que cuando alguien quiere violar derechos humanos debe tener una gran estrategia propagandística e inventarse otros «derechos humanos» que no son tales, como el derecho a tener un hijo. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos —que todo el mundo debería leer— se contempla el derecho a formar una familia, pero esto bajo ningún concepto debe pasar por encima de los derechos de ninguna persona. No hay que olvidar que si un supuesto derecho vulnera los de otras personas, es un deseo, no un derecho. Los derechos, por definición, no violan ningún otro.

Lo saben perfectamente, pero la nueva estrategia del neoliberalismo no es otra que esa, inventar nuevos derechos que no son otra cosa que deseos individuales, como ese «derecho a tener sexo» que parecen tener todos los hombres. Al final y como siempre, todo se reduce al yo: yo, yo, yo y otra vez yo. Y si yo sufro porque no puedo tener algo, no importan los derechos de los demás siempre que a mí se me conceda ese deseo personal. Individualismo puro y duro. La nueva estrategia del patriarcado, unida al neoliberalismo más salvaje. Uña y carne.

Comprar para no adoptar

También resulta curioso que los defensores de la explotación reproductiva, que suelen gozar de una muy buena situación económica, destinen más recursos a esta que, por ejemplo, a luchar por agilizar los procesos de adopción o corregir posibles injusticias que puedan existir en los mismos. Quizá es porque, en primer lugar, solo les interesan bebés, mientras que menores más mayores que esperan la oportunidad de encontrar un hogar se ven condenados a seguir esperando.

Por otra parte, los requisitos en la adopción son muy estrictos, pero hay conceptos muy claros que buscan siempre el bienestar del niño o la niña. Es decir, si los adoptantes son cocainómanos, serán rechazados, independientemente del dinero que tengan. Si exceden el límite de edad que se considera apropiado para una crianza idónea, también. Es por eso que personas que no pasarían el filtro de la adopción prefieren cruzar fronteras para explotar a una mujer en situación de vulnerabilidad que da su consentimiento, ese peligroso concepto que lo empapa todo y permite la violencia al no tener en cuenta las condiciones de la «libre elección».

Debatir sobre derechos fundamentales

Intentarán, por todos los medios, introducir el debate y dividirlo de mil maneras para conseguir la aceptación inconsciente por parte de la sociedad de que vulnerar derechos humanos está bien. Tenemos que estar alerta. El otro día, en una tertulia televisiva en un canal público, una abogada defendía esta explotación argumentando que el problema no es la práctica en sí, sino las condiciones, y añadía que el proceso no es igual en países como Estados Unidos o Canadá, donde es serio y los requisitos son más estrictos, que en países más pobres, como México o Ucrania.

Así, esta estrategia consiste en diferenciar la explotación por procedencia, cuando la práctica es igual de lesiva contra la libertad de las mujeres explotadas en un lugar que en otro. Aunque pasara los nueve meses cuidada entre algodones, sigue privada de sus derechos fundamentales. No han entendido nada. O, más bien, no quieren entender nada.

La ilusión del altruismo

Por otra parte, si existe un concepto aún peor que el de «gestación subrogada», es el que añade la palabra «altruista». Pretenden tomar por idiota a la sociedad al intentar hacernos creer que existe tal cosa. En la donación de óvulos —que merece un artículo aparte—, los mil euros que pueden llegar a pagarse no se publicitan como «pago», sino como «compensación» por las molestias y todo el proceso de hormonación. Pero quien accede lo ve, lógicamente, como el pago que es. ¿De verdad quieren hacernos creer que no existiría esa compensación? ¿Cómo se controla? Y, aunque se pudiera, ¿cuántas mujeres se someterían a todo el proceso del embarazo y de renuncia a sus derechos más fundamentales por «ayudar»? Carmen Magdaleno cita en el mencionado artículo todos los procesos y riesgos del embarazo, que además están a completa disposición de quien «alquila». Todo esto, ya de por sí, invalida ese «contrato» y las autoridades están obligadas a intervenir porque es imposible renunciar a los derechos fundamentales. Son inalienables.

Aun así, entrando en su juego macabro, ¿cómo vamos a creerlo? La prueba de que la gestación subrogada altruista es una ilusión se ve en los países más ricos donde está legalizada, como Canadá. En ellos, los compradores aún siguen viajando a otros países ante la falta de oferta, porque, obviamente, el número de mujeres que acceden de manera totalmente altruista es ínfimo ante la ingente demanda. Espejismos y falacias. Y, como ocurre en otros tipos de explotación, cuando las mujeres ricas gesten para las pobres, hablamos.

Un gobierno cómplice

Ana Obregón no es la primera compradora de bebés de este país. Lo que ocurre es que su sexo, su edad y, sobre todo, haber sufrido la terrible pérdida de su hijo han hecho que su caso se haya hecho viral. Pero no olvidemos que en España muchos otros personajes famosos son orgullosos compradores de bebés, atravesando fronteras para cometer una ilegalidad que aquí no está permitida y cuyos casos no ocasionaron semejante escándalo: Miguel Bosé, Kiko Hernández, Cristiano Ronaldo, Miguel Poveda, Javier Cámara, Tita Cervera o Tamara Gorro son algunos de ellos. Sin nombre quedan, claro, los ricos anónimos que también han explotado a mujeres.

En ocasiones utilizan el curioso argumento de que en el futuro se verá como algo normal y lo comparan con la regulación de las técnicas de reproducción asistida. Sin embargo, la propia Ley de Técnicas de Reproducción Asistida de 2006 prohíbe la gestación subrogada en su artículo 10. De cualquier manera, en mi opinión, será más bien al revés. Al igual que ocurre ahora con la esclavitud y la compraventa de personas, llegará un momento en que la mercantilización de los cuerpos de las mujeres y de sus criaturas será vista como algo bárbaro y salvaje del pasado.

Finalmente, si hay otro aspecto sangrante de esta práctica puramente neoliberal es que el gobierno español sea tan cínico de no legalizarla dentro del territorio, pero desde 2010 permita inscribir a los bebés comprados en otros países. Es una hipocresía que permite a los ricos aprovecharse de las mujeres pobres, pero no vaya a ser que nos llamen fachas, así que vamos a hacer que solo puedan aprovecharse de las de otros países. Es indignante escuchar al actual gobierno, el «más progresista y feminista de la historia», criticar esta práctica, asegurando que se trata de un acto de violencia contra las mujeres, pero no plantearse siquiera la posibilidad de derogar la instrucción de 2010 que permite ese registro. Seguramente todo tenga que ver, como de costumbre, con que fue un gobierno del PSOE el que la aprobó.

Artículo original en Nueva Revolución el 06/04/2023.