Carta a un amigo

Un cielo gris se abalanza sobre mi cabeza. Huele a lluvia, no hay luz, y me pierdo. Me siento tan perdida como tú, tan angustiada. Pienso en lo que te preocupa y me oprime a mí también, porque no hay nada peor en este mundo que no saber. Cuando la imaginación toma el poder con tan pocos datos, los pensamientos y suposiciones acribillan mi cabeza, y ninguna de las ideas es nada buena.

«No puede ser». «Todo es muy complicado». Son frases que resuenan dentro de mí como fantasmas del pasado que nunca se van. Y cada vez me intrigan más. Hechos del pasado por los que te condenas a no ser feliz. El pasado puede ser terrible, pero siempre queda atrás, eso es lo bueno. Siempre se puede superar y tener una nueva vida.

Yo quiero ser tu amiga, esa amiga que recoja tus lágrimas y te regale su hombro. Quiero que confíes en mí, que te desahogues conmigo, que me dejes ayudarte y hacerte feliz. Debe de haber un camino. Tiene que haber un camino. No existe la condena eterna, eso son cosas de curas. Todo se puede arreglar, la vida merece ser disfrutada, porque la vida puede ser maravillosa, y sólo uno mismo decide si ser feliz o vivir para siempre en el infierno de sus pensamientos.

Yo quiero ser tu amiga, quiero ayudarte, pero tienes que dejarme. La razón es simple y clara: porque te quiero. Pero te quiero más allá del amor romántico, te quiero como amigo y como persona. Creo que eres un buen hombre, y por ello cualquier error del pasado debe ser olvidado. Sufro contigo, al no saber qué te preocupa tanto, qué te devora por dentro poco a poco. Sufro contigo, y sólo quiero ayudarte.

Yo he cambiado, tú también, los dos hemos madurado, y las cosas se ven distintas con el paso del tiempo. Las circunstancias tampoco son las mismas. Y claro que he cambiado. Hemos tenido muchos altibajos desde que nos conocimos, y he aprendido a quererte de forma distinta: he ido pasando de la pasión adolescente al amor maduro sin apenas darme cuenta. Aunque donde hubo fuego siempre quedan cenizas, dicen. Pero yo he pasado de la pasión al cariño, al amor tal cual. Y es que ya no te quiero sólo como hombre, sino como amigo y sobre todo como persona, como ser humano.