Esperando

Esperando. Esperando. Y sigo esperando. ¿A qué? A ti. ¿Por qué? Porque sí. Esperándote. Sigo esperándote y la verdad es que no sé porqué. Sólo sé que permanezco sentada, acurrucada entre mis rodillas, esperando que aparezcas y me des la mano. Y te sientes conmigo. Y me abraces. Y me digas que no pasa nada. Que estás conmigo aunque no esté contigo. Y me beses.

Por eso sigo esperando. Esperando un abrazo que no llegará, un beso que se perdió en el viento y unas palabras a las que el silencio asesinó. ¿Por qué continúo sentada? Porque no puedo levantarme. Sólo puedo esperar. Mi corazón escapa cuando escucho tu voz. Mi imaginación echa a volar y ya no te oigo, sólo te imagino.

Por eso sigo esperando. Esperando que tu voz llegue a mis oídos y me susurre tiernamente que nunca me dejarás. Que sí llegaste a quererme. Que aún me quieres… Mas aunque sé que esto es imposible, sigo esperando. Esperando que el dolor huya y me abandone de una vez. Que tu mirada vuelva a iluminar mi camino y mis deseos. Mis esperanzas y metas. Que tú estés ahí de nuevo. Esperando. Sigo esperando. Seguiré esperando.


Foto:
«Waiting», por Caótica