La deriva de Netanyahu y la colaboración de España

No hay que olvidar que, ya solo por pertenecer a la OTAN, España está obligada a ceder buques y aeronaves a la organización en base a sus intereses imperialistas. Aparte de esto, uno de los negocios más destacados es, por supuesto, la venta de armas.

La situación en Gaza se hace cada vez más insostenible e Israel continúa con su plan de expansión y aniquilación haciendo caso omiso a las voces internacionales que piden un alto el fuego, especialmente la ONU. Cuando el pasado viernes se votó una resolución para pedir una tregua humanitaria, su representante, Gilad Erdan, dijo ante la Asamblea General que la organización «ya no tiene legitimidad ni relevancia». Resulta curioso que estas palabras procedan de quien representa a un país que existe precisamente gracias a la ONU, concretamente a su Resolución 181, que en 1947 proponía el desastroso Plan de Partición.

Las estrategias de Netanyahu

Por si fuera poco, el gobierno israelí continúa con su estrategia de deshumanización sin ambages y no existe un mínimo disimulo. Por si fuera poco, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, pronunció públicamente un discurso mesiánico: «Nosotros somos el pueblo de la luz, ellos son el pueblo de las tinieblas. Y la luz triunfará sobre las tinieblas. […] Ahora es el momento de unir fuerzas creyendo profundamente en nuestra justicia y en la eternidad del pueblo judío. Haremos realidad la profecía de Isaías. Ya no habrá robos en tus fronteras y tus puertas serán de gloria». El pasado sábado lo hizo de nuevo: «Debéis recordar lo que Amalek os ha hecho, dice nuestra Santa Biblia». Todas estas palabras resultan cuando menos perturbadoras en alguien que dice estar enfrentándose a fundamentalistas religiosos.

Pero Netanyahu dice mucho más. Hace unos días, cuando las personas asesinadas en Gaza superaban las 6.500 —más de 2.000 niños y niñas—, él dijo abiertamente que habían matado a miles de terroristas y que era solo el comienzo. Para quien aún sea escéptico, este mensaje debería demostrar que el Estado sionista considera terrorista a toda la población palestina. Precisamente por esto, a pesar de la sorpresa que provoca en muchas personas, el ataque indiscriminado a hospitales y a bebés, niños y niñas no es un daño colateral, sino una estrategia en sí misma. Cuando se considera a todo un pueblo terrorista, las nuevas generaciones son futuras terroristas —a lo largo de los años, varios líderes sionistas así lo han afirmado— y, por lo tanto, han de ser blanco para evitar precisamente que haya nuevas generaciones. Por supuesto que el gobierno israelí sabe que no es así, que el pueblo palestino no es Hamás, pero es una de las claves de su propaganda con el fin de continuar conquistando tierra sin las personas que la ocupan, el fin que siguen desde hace 75 años.

A pesar de todo, el panorama al que se enfrenta Netanyahu dentro de Israel no es nada halagüeño para él. Cada vez más israelíes le culpan del ataque de Hamás y exigen su dimisión. Esto se suma al desgaste que ya venía arrastrando por su reforma judicial, que pretende someter este poder al legislativo y que provocó manifestaciones masivas en las calles. Por todo esto, debido a la tradicional práctica sionista de solucionar los problemas internos a través de una escalada contra el pueblo palestino, Netanyahu debió de pensar que una incursión militar sobre Gaza para ampliar el territorio de Israel y el exterminio definitivo de esa población era una buena idea. Tampoco las poblaciones judías extranjeras están respondiendo como al sionismo le gustaría. Cientos de personas llevan días manifestándose en capitales significativas, como Nueva York, bajo los lemas: «Not in our name» y «Never again for anyone».

La colaboración España-Israel

Mientras se suceden estas protestas y otras muchas a lo largo y ancho del planeta, los gobiernos, como siempre, permanecen absolutamente alejados de la calle. Los países árabes condenan enérgicamente cada acción israelí, pero nadie hace nada relevante. Libia y Catar propusieron cortar el suministro de gas y petróleo a los países que apoyan a Israel, pero, hasta la fecha, eso no ha sucedido. Por su parte, Estados Unidos y la Unión Europea han dejado de apoyar de palabra para participar activamente en el genocidio, ya sea de forma directa, a través del envío de armas, o indirecta, evitando llevar a cabo acciones drásticas como la expulsión de embajadores o cese de las relaciones diplomáticas.

¿Y España? Lo cierto es que, a pesar de la palabrería tradicional de la clase política a favor del pueblo palestino, la colaboración entre nuestro país y la entidad sionista viene de lejos. No hay que olvidar que, ya solo por pertenecer a la OTAN, España está obligada a ceder buques y aeronaves a la organización en base a sus intereses imperialistas. Aparte de esto, uno de los negocios más destacados es, por supuesto, la venta de armas. Según datos del informe «Negocios probados en combate», del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, entre 2000 y 2021, España autorizó la exportación de material de defensa a Israel por valor de 130,18 millones de euros. A esto hay que añadir los 9,3 millones del primer semestre de 2022, fecha de la última actualización del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. En total, 139,5 millones.

En el año 2009, el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó: «El armamento que nosotros vendemos a Israel no se ha utilizado para matar a palestinos». Esto recuerda a lo ocurrido en 2018, cuando, ante la crítica de venta de armas a Arabia Saudí para la guerra en Yemen, la ministra portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, dijo que «el Gobierno sabe lo que está vendiendo: son láser de alta precisión y, por lo tanto, si son de alta precisión no se van a equivocar matando yemeníes». En todo caso, Zapatero mentía, al igual que sus sucesores. De hecho, en ese primer semestre de 2022, Israel recibió de España aeronaves por valor de 8 millones de euros; un millón para «equipos de formación de imagen o contramedida», es decir, cámaras, equipos para formación de imágenes de infrarrojos o térmicas y equipos sensores de imágenes por radar; y en menor medida, pero no por ello menos grave, casi 220.000 euros en concepto de «bombas, torpedos, cohetes y misiles» y 9.900 euros para diferentes vehículos. Resulta obvio que, aunque esos equipos de imagen no disparen directamente, son un engranaje necesario en la guerra y su fin es matar.

Pero España no solo vende armas a Israel, también compra, colaborando así con la ocupación. Debido a la ausencia de una legislación expresa que obligue a la transparencia, los datos son a menudo variables. Según la base de datos de Comercio, en 2017 España importó armas de Israel por un valor de 10,2 millones de euros. Sin embargo, según el Ministerio de Defensa, fueron 29 millones, situando a este país como noveno exportador a España, y primero no miembro de la OTAN.

Con todo esto, la colaboración entre nuestro país y la entidad sionista no termina ahí. A lo largo de los años, nuestras fuerzas policiales han recibido entrenamiento en Israel. En 2014, a través de la empresa Guardian Spain, profesionales de la Casa Real, la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Ertzaintza, la Policía Foral de Navarra y los Mossos d’Esquadra recibieron entrenamiento en Israel sobre «técnicas de seguridad ciudadana». Estos cursos se basan en técnicas «probadas en combate», es decir, contra la población civil —algunas de ellas pueden ser letales— y forman parte de los que organiza esta empresa, cuyo objetivo es combatir a los «enemigos internos» del Estado y preservar el orden del país.

Hipocresía en el gobierno

Como se puede ver, las buenas relaciones entre España e Israel son más profundas de lo que pudiera parecer, a pesar de lo que políticos de distintos partidos quieran hacer creer con sus palabras. El PSOE colabora con Israel y desde Sumar y Podemos hay algunas dirigentes muy indignadas, como la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la ministra de Igualdad, Irene Montero, o la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, que insisten en llevar a Netanyahu ante la Corte Penal Internacional, que, por cierto, Israel no reconoce.

Sin embargo, parecen olvidar que no solo pertenecen todavía a ese gobierno que apoya a Israel, pudiendo romper la coalición, sino que acaban de pactar para una nueva legislatura sin establecer como línea roja el cese de relaciones con Israel o la paralización de la compraventa de armas, por ejemplo. Todo se limita a unos tuits de postureo sin ninguna intención real y, como ocurre con otros temas, especialmente perverso al fingir apoyar algo sobre lo que sí pueden actuar, pero no lo hacen. Sumar ha abandonado al pueblo saharaui al renunciar a su lucha en las negociaciones de la investidura, así que nadie espere que hagan otra cosa respecto al pueblo palestino, pongan lo que pongan en sus redes sociales.

Artículo original en Nueva Revolución el 02/11/2023.