Rimas II

Las estrellas dan mil vueltas por el cielo,
yo deseo derretirme entre tus besos,
las nubes no me dejan ver el cielo,
pero da igual, yo me pierdo en tu cuerpo.

Un reloj rojo se ilumina allí en el centro,
yo doy vueltas esperando ese momento,
el teléfono solloza de tormento,
él también desea que hagas el llamamiento.

Las banderas ahora ya surcan los cielos,
y yo lloro al observar el momento,
los grandes devoran a los pequeños,
no cambiará, es la ley del sucio imperio.

Y tú, ajeno a todo, desapareces,
da igual sea sábado o viernes,
mas, ¿sabes qué es lo peor?,
¡que es tu rudeza lo que me pierde!

Y el recuerdo de unos besos acariciando mi cuello,
y caricias caminando a lo largo de mi espalda,
y terrible descubrir más tarde que todo aquello
no fue más que una cruel y gran farsa.

Y el destino así lo quiso y tú te has ido,
me abandonaste a mi suerte y me he perdido,
no encuentro un lugar que me dé cobijo,
¡regresa a pesar de haberme mentido!

Y camino paso a paso en busca de la cordura,
que la perdí nada más besarte y amaneció la locura,
y ahora me doy cuenta de que ahogada en la amargura,
sé que sin ti en mi vida ya no hay ventura.

¡Y que me parta un rayo si alguna vez no te quise!
¡Y que me trague una ola si tu imagen no persiste!
¡Que me lleven las sirenas con su cautivador canto
si hay alguien más en mi vida a quien haya amado tanto!

Foto: «Silencio», por Las Heras